La leyenda de los indios cherokee

¿Conoces la leyenda del rito de paso de la adolescencia a la madurez de los indios cherokee? Aquí te la cuento.

El padre lleva a su hijo al bosque con los ojos vendados y le deja solo. El joven tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no quitarse la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillen a través de la mañana. Él no puede pedir auxilio a nadie. El joven está, naturalmente, aterrorizado, pues puede oír toda clase de ruidos, bestias salvajes que rondan a su alrededor, y quizás algún humano le pueda hacer daño, escucha el viento soplar y la hierba crujir. Y él, sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que es la única manera en que podría llegar a ser un hombre.

Una vez que sobrevive a la noche, él ya es un hombre. Y no podrá hablar a otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la madurez por sí mismo.

Al fin, después de una horrible noche… el sol apareció y al quitarse la venda, fue entonces cuando descubrió a su padre sentado junto a él. Su padre veló toda la noche, para proteger a su hijo del peligro.

Nosotros tampoco estamos nunca solos: pues, aunque no lo sepamos o sintamos, nuestro Padre celestial está velando por nosotros, «sentado en un tronco», a nuestro lado. ¿No es esto lo que Jesús nos dijo en el Evangelio?: «Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Cuando llegan los problemas, los malos momentos, solo tenemos que «confiar en él».

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